Casticismo detectivesco

Las modernas tecnologías llevan camino de convertir el género detectivesco en un asunto puramente mecanicista. Se acabaron los sabuesos, los tipos de inteligencia sutil, modales atrabiliarios o arrebatos de genio o genialidad. Si el investigador de rigor se atasca, en vez de una intuición, una inspiración, una casualidad, un error o un acongojado que canta,  aparece un hacker (y si es con aspecto perroflautista tanto mejor) y utiliza sus geniales habilidades para husmear en la vida virtual de víctima y sospechoso y ¡eureka! Giro en la trama hacia las entrañas del caso; o se conjuran los poderes de la ultramoderna ciencia forense para establecer la procedencia de un cabello o los labios que apuraron un cigarrillo.

Si Plinio hubiera advertido hacia dónde se dirigían los tiempos, habría entregado sus atribuciones de jefe de la Policía Municipal de Tomelloso para dedicarse a sus viñas. “Ya le tengo dicho que la ciencia no puede dar a la Policía otra cosa que auxiliares insignificantes”, el espeta a su watson machego, don Lotario. “Un policía de verdad es un cerebro activo”, le subraya durante la búsqueda de un supuesto cadáver. 

Conversan Manuel González, alias Plinio, y su amigo y veterinario don Lotario durante uno de los periodos de rumia de un caso (“El charco de sangre”). Necesita Plinio, héroe popular de sus paisanos tomelloseros durante la dictadura de Primo de Rivera, que su quehacer oficial transcurra con el ritmo que van marcando las estaciones, en la cocción a fuego lento, en el conocimiento de sus convecinos, de sus caracteres y de sus cuitas. Porque Manuel González es persona de barruntos, de destellos entre la comezón que un caso irresuelto le produce y el paso lánguido de los días.

Plinio es persona de barruntos, de destellos entre la comezón que un caso irresuelto le produce y el paso lánguido de los días

Nacido de la pluma de Francisco García Pavón -catedrático, director de la editorial Taurus y apreciado aunque cuasiolvidado escritor- y creado con la intención expresa de fundar la novela de detectives en España, fue Plinio antes que Méndez y que Carvalho, entre otros; y lo fue en la España rural de las clases sociales establecidas, la vida conducida por las labores agrarias, el bar para los pobres y el casino para los pudientes; el médico, el albéitar, el farmaceútico y el cura como autoridades. Un Crónicas de un Pueblo por anticipado pero sin la intención didáctica del Fuero de los Españoles.


Contó Plinio con serie de televisión. El suscribiente era un mocoso en ese momento y no le alcanza para recordarla. Es posible encontrar información en varias páginas e incluso imágenes en Youtube.

Ahora que algunas obras de novela negra llevan la etiqueta de noir rural como marchamo comercial, no va mal recordar que es un camino ya trillado.