Conflictos fraternos

Los conflictos fraternos pueblan la literatura, sacra o profana, como arquetipo moralizador. Como referencia nada gratuita, Georges Simenon acude al veterotestamentario relato de Esaú y Jacob para el trágico final de “El fondo de la botella”, una potente historia de despechos atávicos entre hermanos -con la figura del padre en la memoria- y de pasados aparentemente olvidados pero que, mal cerrados, retornan para sacudir una vida acomodada con más sombras que luces.

La aparición repentina de un hermano fugado de presidio sacude el confort de un hacendado en la Arizona fronteriza con México, un territorio que en el periodo posterior a la II Guerra Mundial parecía más permeable de lo que pudiera ser hoy y en el que sólo los caudales de ríos desatados por lluvias torrenciales conformaban una barrera física entre dos mundos lindantes pero abismalmente separados por condiciones de vida.

Una simple mentira de conveniencia, casi una mentira piadosa, y en ansia de novedad en una aburrida comunidad de prósperos ganaderos provoca un cataclismo en la vida del protagonista de incalculables consecuencias.

En cada página, incluso en las más banales en apariencia, permanece la intriga y la constante tensión de la sospecha

El reencuentro remueve los posos del fondo de la botella de una vida estable y agita un destilado de odios, cautelas, prejuicios e ignorancias mutuas. Al final, en la conciencia del hermano acomodado -de interesada flaca memoria- martillea la ancestral pregunta por la suerte del hermano, hijo de tu padre: qué es de él y de su destino, qué vas a hacer por él, qué responsabilidad tienes sobre su desventura. Simenon dicta su magisterio en un relato que condensa una capacidad evocadora colosal de asuntos capitales de la existencia humana. En cada página, incluso en las más banales en apariencia, permanece la intriga y la constante tensión de la sospecha.

Hace falta un dominio fuera de lo común de las claves del género y una capacidad narrativa sobresaliente para lograr la profundidad en una simplicidad que no supone, ni de lejos, mera simpleza sino un difícil despojo de ornamentos, circunloquios y vanidades varias.


“El fondo de la botella” forma parte de una edición conjunta de relatos de Simenon   que han lanzado en feliz hermandad Acantilado y Anagrama y que en un primer lanzamiento incluye dos relatos estadounidenses y un tercero del inspector Maigret.

En Vozpópuli se publicaba recientemente este estupendo artículo sobre Simenon y la iniciativa editorial arriba comentada: «Georges Simenon, el hombre que hizo siempre la misma pregunta».