Clásicos: Friedrich Dürrenmatt
«El juez y su verdugo» / «La promesa»
Resulta difícil hallar mayor capacidad para conjugar concisión y profundidad que la que atesora Friedrich Dürrenmatt. El centenario del nacimiento del escritor* -un autor multitarea que se dice ahora, con incursiones en el relato, la novela, o los guiones- supone una ocasión pintiparada para aproximarse a su obra. Tusquets reedita las obras policiacas de este maestro absoluto del género, un escritor que combina como pocos la precisión narrativa (cualidad destacable incluso en un suizo), el calado de su abordaje de aspectos capitales como la justicia o lo moral y sus estrechas relaciones, aunque muchas veces esquivas, y una proverbial sapiencia para administrar las dosis justas de lirismo.
En “El juez y su verdugo”, Dürrenmatt nos conduce por las sinuosidades de la mente y el alma mientras el comisario Bärlach recorre curvas y contracurvas de una carretera del macizo del Jura del mismo modo que serpentea por los meandros de un caso de asesinato.
Para Bärlach, se trata de castigar a un viejo conocido devenido en íntimo enemigo, para quien matar supone un particular juego, el reto de asesinar no ya sin ser acusado, sino en un riesgo mayor, evitando ser hallado culpable cuando incluso se figura como sospechoso principal. Para el comisario, el desafío de lograr la condena de su rival se convierte en la finalidad de su vida, incluso asumiendo un peligro propio: el de situarse en la linde de la moral y llegar a sobrepasarla.
Nada hay banal en Dürrenmatt. Los protagonistas de Dürrenmatt subliman sus motivaciones. No hay un prurito profesional, un vago patriotismo constitucional o un sentido de la justicia entendido como mera aplicación del código penal. Se enfrentan a un debe de justicia entendido como cuestión trascendental, como vocación hasta el punto que su aplicación excede incluso de la mera letra de la ley.
Si para Bärlach se trata casi de una ordalía, una cuestión de justicia divina o cósmica si se quiere, Matthäi, el protagonista de la fabulosa “La promesa” se compromete por su salvación, por la de su alma, habría de precisarse no vaya a ser que en este nihilocéntrico tiempo se entienda otra cosa más prosaica. En “La promesa” (un relato sobre el noir), encontrar al culpable supone la redención propia y la limpieza de la memoria del reo injustamente acusado, tarea a la que se entrega hasta apurar el cáliz.
En «El juez y su verdugo» el autor esconde sus cartas, las administra introduciendo con motivaciones prosaicas como la codicia o los celos o desliza el reato por momentos en la intriga de la geopolítica o el espionaje, en páginas que recuerdan al gran Graham Greene. Y advierte de que lo azaroso, lo imprevisible o lo aparentemente banal tienen una importancia capital en la resolución del crimen.
Por su parte, “La promesa” es la obra más conocida de Durrënmat, fue llevada al cine en dos ocasiones. Ambas películas estupendas; magnífica la versión española de Ladislao Wadja, con el título «El cebo» y participación en el guion del propio Dürrenmatt, quien posteriormente escribió la novela modificando el final. La película «El juramento», de Sean Penn y con Jack Nicholson de protagonista (en un reparto estelar) está directamente basada en el relato.
* El artículo que tuvo como borrador esta entrada fue publicado en Diario del AltoAragón el 30 de enero de 2021, coincidiendo con el centenario del nacimiento del autor.